miércoles, 24 de febrero de 2010

El último viaje de Paul Celan

Ángel Cerviño - Celan - Mixta / Lienzo - 195 x 162 cm. - 2003.

El último viaje de Paul Celan
No pudo avanzar más que unos pocos kilómetros en su último viaje, a pesar de que la travesía se prolongó ininterrum- pidamente durante diez días (y sus correspondientes diez noches) desde que, a una hora indeterminada del 20 de abril de 1970, Paul Celan saltó sobre el pretil del puente Mirabeau, hasta que el 1 de mayo su cuerpo fue encontrado por un pescador, 10 kilómetros río abajo, flotando de costado en las oscuras aguas del Sena.

Nací en 1956, Elvis y Celan estaban en plena forma
Tararear "Return to sender", que suena con energía desde otra habitación de la casa, mientras se lee "Fuga de muerte"; tragar la negra leche del alba, mientras el pie marca el ritmo envolvente de la música. Comprobar asombrado que las fechas de llegada al mundo de la canción y el poema se corresponden con inquietante precisión.
Nací en 1956, Elvis y Celan estaban en plena forma, después cada uno encontró su propia muerte. Durante muchos años, por poco probable que parezca, compartieron la luz del sol y la penumbra incierta de alguna pesadilla y, aunque contemporáneos quizá resulte una palabra excesiva para estas existencias tan dispares, sí podemos decir que se encontraron en un cruce de caminos en el corazón explosivo de la historia del siglo XX. Para los que hemos llegado después, uno tensa la nota de la pulsión sensual y el juego sin culpa, y el otro instala la suya sobre el compromiso moral de la palabra pronunciada y el lazo fraternal de la desdicha compartida.
Una fotografía de Celan adolescente muestra aun joven seductor y atractivo, unos años antes de todo lo que pasó. Las enormes distancias que lo separan no pueden evitar que, en algún punto, converjan sus miradas. Así las cosas, no resultará extraño que haya intentado pintar un retrato de Celan con el rostro de Elvis.
Descenso a los infiernos que la Europa civilizada emprendió durante esos años en que Elvis y Celan se cruzaron sin verse. La caída al vacío de una sociedad cultivada es lo que arde en el poema de Celan, y se personifica en el personaje del jefe del Campo de Concentración: "Un hombre habita la casa juega con las serpientes escribe" (Todesfugue). El poema trajo a la memoria la imagen, posiblemente construida con fragmentos de películas, relatos, testimonios de víctimas y fotografías de la época, de una noche helada en El Campo, nieve en la oscuridad, espesas nieblas cortadas por las luces de los reflectores de las torres de vigilancia, un preso viejo cubierto de barro y harapos, aterido de frío, arrastra un cubo de desperdicios por los callejones vacíos entre los barracones, vuelca el cubo en el contenedor bajo la mirada burlona de los guardianes y, de camino a la mugre de su catre, se para un momento delante de la oficina/vivienda de la Dirección del Campo: puede oler el humo de la chimenea que se cuela bajo la puerta y a través de las contraventanas cerradas junto con una luz brillante que trae consigo las primeras notas de un concierto de Beethoven, perfectamente reconocible para el condenado que lo ha interpretado en muchas ocasiones al frente de una afamada orquesta.

(de Kamasutra para Hansel y Gretel)



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