martes, 19 de noviembre de 2013

Luis Luna & ¿Por qué hay poemas...?


El ave de Hansel y Gretel escribe nadas
"He aquí que alguien encuentra a alguien, y eso sucede en el paratexto. Esta es la mejor definición que se me ocurre para la obra, ¿qué más da el formato?, del polifacético Ángel Cerviño. También es válida esa afirmación para mi conocimiento de él, o para mi acercamiento. De él principiamos a saber los poetas por el excelente El ave fénix solo caga canela, premio Ciudad de Mérida y editado por DVD Ediciones. Después llegó Kamasutra para Hansel y Gretel, que incluía un pequeño diccionario para Ángel Cerviño. Este diccionario nos ayudaba como en el caso de Cirlot para entender su obra completa y también para desentenderla, dejando que se nos hiciera propia. Y luego llegará ¿Por qué hay poemas y no más bien nada?, que se ha presentado recientemente en Madrid a cargo de otros enormes poetas como Juan Manuel Macías, José Luis Gómez Toré y Carlos Fernández. Estos tres textos, dentro del conjunto de su obra visual (amplia y diversa, siempre incisiva) son precisamente una extensión, un contrapunto, otra forma de cuchara para internarse en lo que sugiere arte. Para hincarle los dientes y poder engullirlo no mejor sino de un modo otro.


El modo otro de Cerviño en poesía es el que tiene que ver con la batalla del lenguaje. El de arrancarle sílabas que signifiquen mediante la subversión. Metapoética como postmodernidad. Ambos términos están imbricados pero en realidad (¿realidad?) no existen. El poeta como víctima y verdugo del propio código. Y el código necesariamente castigado, ensalzado, excitado, azuzado a decir. Se trata de generar espacios para que la poesía, el arte se haga: habitaciones de lenguaje. En ellas hay siempre un pasillo blanco o en sus palabras: “El poema desdice para que el lector sobreentienda. Dos vacíos se solapan: el sentido opera por transparencia”. A ello añadiría que el texto poético se desarrolla desde una inexistencia hasta otra inexistencia (Gamoneda). Ese espacio infinito."

Luis Luna (en La columnata)

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